Derrota deportiva para Francis y triunfo publicitario para The Mirror. (Foto: John Gichigi – Allsport/Getty Images/Life) |
Por MAXI ARIAS
De la redacción de TKO13
Mike Tyson siempre fue un boxeador que dio que hablar, tanto por sus grandes batallas dentro de un ring como por sus problemas disciplinarios fuera de él, y se sabía que, a pesar de no estar en la cúspide de su carrera, una pelea con él como protagonista marcaría records de audiencia y sería un excelente negocio. Esto fue aprovechado por el diario sensacionalista británico The Mirror para que su nombre trascendiera las fronteras a escala mundial.
El 29 de enero de 2000 se enfrentaron en el Manchester Evening News Arena de esa ciudad, en Inglaterra, el ex campeón del mundo Iron Mike y el entonces campeón británico de peso pesado Julius Francis. El primero intentaba remontar su carrera luego de las fatídicas noches en las que había sido derrotado por el mítico Evander Holyfield; el segundo llegaba con el lauro de ser la gloria local.
Fue entonces cuando Max Clifford, reconocido y polémico publicista inglés (su increíble carrera, siempre apostando por los clientes menos deseados y más sensacionalistas, merecería una nota completa), tuvo la original y peculiar idea de apostar a que su compatriota fuera quien finalmente terminara en la lona, y mandó estampar el logo de The Mirror en las suelas de las botas de Francis. ¿Una marca auspiciando al probable perdedor? Peor: ¿una marca a la que le convenía que su auspiciado fuera vencido? Curiosa y genial estrategia, la del impredecible Clifford.
El 29 de enero de 2000 se enfrentaron en el Manchester Evening News Arena de esa ciudad, en Inglaterra, el ex campeón del mundo Iron Mike y el entonces campeón británico de peso pesado Julius Francis. El primero intentaba remontar su carrera luego de las fatídicas noches en las que había sido derrotado por el mítico Evander Holyfield; el segundo llegaba con el lauro de ser la gloria local.
Fue entonces cuando Max Clifford, reconocido y polémico publicista inglés (su increíble carrera, siempre apostando por los clientes menos deseados y más sensacionalistas, merecería una nota completa), tuvo la original y peculiar idea de apostar a que su compatriota fuera quien finalmente terminara en la lona, y mandó estampar el logo de The Mirror en las suelas de las botas de Francis. ¿Una marca auspiciando al probable perdedor? Peor: ¿una marca a la que le convenía que su auspiciado fuera vencido? Curiosa y genial estrategia, la del impredecible Clifford.
Francis de rodillas y The Mirror para el mundo. (Video) |
El lógico interrogante que se planteaba era ¿qué pasa si el local gana? Aún así, el publicista decidió apostar al perdedor y, paradójicamente, él y su cliente salieron como los grandes ganadores de la noche. La genialidad de Clifford se vio reflejada apenas comenzado el combate, cuando a los 2’14” del primer round su compatriota cayó por primera vez luego de un impacto de derecha del imponente Tyson. Si bien la apuesta de Clifford comenzó a tambalearse como el físico del mulato pugilista inglés, el tesón de Francis hizo que se repusiera a la dura caída; sin embargo, no pudo evitar visitar la lona en ¡cuatro ocasiones más! Hasta que el árbitro del combate, Roy Francis, detuvo la pelea por KOT (knock-out técnico), cuando iban 1’03” del segundo parcial.
Francis y una de sus cinco caídas. |
Y si bien durante 4’03” el mundo del boxeo había vibrado al ritmo de un imparable Mike Tyson y un resistente Julius Francis, el gran protagonista terminó siendo The Mirror, porque la original publicidad fue vista en el mismo estadio por más de 21 mil espectadores y televisada a gran cantidad de países a nivel mundial: según la empresa de eventos Showtime, sólo en los Estados Unidos la pelea fue vista en aproximadamente 10 millones de hogares.
Se estima que Tyson recibió una bolsa de 1.250.000 libras esterlinas, mientras que Francis ganó el mejor premio de su vida al llevarse 500.000 de la misma moneda entre premio y patrocinio. Y The Mirror, el gran vencedor, ganó trascendencia nacional e internacional por la osada propuesta de Clifford.
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